Gonzalo Quincoces empieza bien. Con su proyecto fin de carrera, La caída del vencejo, entró en la selección de Cinéfondation y consiguió ganar ex aequo en el Queer Palm Short Films, un premio patrocinado de forma independiente para películas LGTB en el Festival de Cannes. Graduado en Fotografía en ESCAC, escuela que ha financiado gran parte de La caída del vencejo, Quincoces propone una historia en el Euskadi de los ochenta donde una historia de amor secreta se sitúa, tal y como él mismo describe, en “un universo oscuro y opresor”.
¿Qué ha supuesto ser seleccionado para Cinéfondation con un trabajo de fin de grado?
La selección, algo que era inesperado, ha sido una de las mejores noticias de éste 2021. Ha sido un honor y una alegría formar parte del festival, así como una grandísima recompensa a nuestro trabajo.
¿Esperaba la repercusión que finalmente está teniendo?
La verdad es que no esperábamos esta repercusión. Sí esperábamos poder tener un recorrido en festivales, pero no esperábamos que fuera del modo en que está siendo. Ganar la Palma Queer en Cannes fue una alegría increíble, algo que nos está dando alas. En el Festival Internacional de Cine Independiente de Elche ganamos otro premio también, el tercero por el momento. La verdad es que estamos viviendo un momento muy bonito.
¿Es cierto que La caída del Vencejo está inspirado en una historia personal?
Al comenzar a escribir el cortometraje pensaba en sucesos personales, una relación sentimental que mantuve en secreto, la explosión descontrolada de mis actos a raíz de un trauma. Así que sí, la película nace a partir de historias personales.
¿Cómo surge la idea de situar el conflicto interior del protagonista en el contexto complejo del Euskadi de los años 80?
Es una parte de nuestra historia que me interesa mucho, y que creí sería un universo oscuro y opresor que ayudaría mucho a contar la historia de nuestro personaje.
Ha llegado a definir su cortometraje como “un poco neoquinqui”. ¿Eloy de la Iglesia es una referencia para La caída del vencejo?
Hay varias cosas de sus películas que por supuesto son referencia. Historias sociales en universos complicados, personajes representados por no actores. A pesar de no ser un referente directo, sí creo que hay cosas que nos interesan de su cine y nos gusta compartir en el cortometraje.
¿Es cierto que quiso rodar en 16mm?
Teníamos muy claro que queríamos rodar en 16 mm, pero desgraciadamente por razones económicas no fue posible. Por eso buscamos en la manera de rodar, en el uso de la sensibilidad, la elección de las ópticas, o el trabajo en postproducción, la forma de acercarnos a esa imagen. Queríamos más cuerpo, más realidad, más crudeza, por ello queríamos rodar en 16 mm.
Sin duda, en el corto es apreciable también el trabajo de vestuario y dirección artística para recrear los años 80.
Desde el principio se trabajó mucho en la época. En primer lugar, las localizaciones. Con nuestro presupuesto no era fácil poder transformar las calles actuales, por lo que buscamos lugares que ya ayudaran a ello. Gracias a Ruth Ventós, directora de arte, y Sandra Romero, encargada del diseño de vestuario, a pesar de las limitaciones, se consiguió rodar ese universo.
Cuéntenos cómo fue el proceso. Según ha explicado, antes del rodaje no hubo ensayos ni lecturas de guion en grupo.
El proceso fue en todo momento familiar. Todas las personas que formaban parte del equipo son amigos o familiares. Tanto equipo técnico como artístico. La mayor parte de los personajes son representados por personas que no son actores. No trabajábamos con lecturas de guion o ensayos, trabajábamos más el contexto de la historia, las relaciones entre personajes o el entendimiento de sus motivaciones. Sí se trabajaba la puesta en escena, pero en directo, con los actores a punto de interpretar. Los diálogos son distintos en cada toma, siempre había una especie de improvisación, ya fuera por acting o por cámara.
El corto se financió en parte con una ayuda de la ESCAC. ¿Cómo consiguió el resto de la financiación?
La mayor parte del presupuesto viene por parte de Escac Films, la productora de ESCAC, y la otra parte la conseguimos por mecenazgos, haciendo una campaña en Verkami.10.
Una última pregunta. ¿Cuándo supo que quería dedicarse al cine?
De una u otra manera creo que siempre me ha fascinado el cine. Aproximadamente a los 14 o 15 años empecé a grabar y editar videos de patín. En ese momento ya tenia claro que quería hacer algo relacionado con la imagen en movimiento.