ALCINE cumple 50 años y Luis González, su director, repasa el pasado, el presente y el futuro de este festival madrileño, y de la situación de la industria en general con respecto al momento poscovid o la relación con las plataformas como Filmin. En un año en el que se han inscrito cerca de 1.200 cortos, y “bastantes más” porque “hay muchos que son desestimados por no cumplir las bases de la edición”, Luis González tiene claro que, tras la pandemia, “algunas cosas han cambiado y ya no volverán a ser como antes”.
50 años de festival. Muy pocos festivales alcanzan esta edad. ¿Dónde está el secreto de la longevidad de ALCINE?
Imagino que es la suma de muchos factores. En origen, un grupo de jóvenes entusiastas que lanzan un proyecto modesto y que resisten los primeros años, dando pasos poco a poco y haciéndolo crecer. Luego, haber logrado el apoyo de administraciones, entidades y del propio sector cinematográfico en su conjunto. El apoyo de la ciudad y del público ha sido fundamental en cada etapa. Un factor determinante también ha sido que, sobre todo el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid hayan apostado por el festival, independientemente de los cambios en los equipo de gobierno. Por último, pero también vital, la implicación y el rigor de los equipos que lo ha llevado a cabo en diferentes épocas también ha sido un factor para llegar a este cincuenta aniversario
Hace unos meses Alcine pedía en su página web que la gente escribiera contando un recuerdo o anécdota relacionado con el festival dentro de lo que han llamado Alcinecdotario. Historia de un festival en 50 chismes. ¿Puede contarnos alguna anécdota o chisme de todos estos años como director del Festival de Cine de Alcalá de Henares?
Es difícil quedarse con una sola anécdota. Solía decir que, igual que se decía que el cine era la fábrica de sueños, un festival de cine es una fábrica de problemas, y una vez que ha pasado el tiempo se convierten en anécdotas. Recuerdo un ciclo sobre cine brasileño bastante complejo. Logramos traer a muchos cineastas gracias al apoyo de una compañía aérea. Todo estaba listo. Todo menos los cortos, que no terminaban de llegar. Después de muchos días de sufrimiento y de investigación, las películas aparecieron en Madagasgar y fue imposible sacarlas de allí. El código MAD fue interpretado por la mensajería como Madagascar, y las películas no llegaron nunca. Imaginábamos entonces a los lemúres disfrutando del ciclo bajo las estrellas.
En los últimos años el cortometraje español ha ofrecido una enorme variedad de propuestas muy personales, con un lenguaje audiovisual diferente al establecido. ALCINE, que siempre ha apostado por todo tipo de manifestaciones cinematográficas, también lo hecho por este tipo de cine. ¿Cómo ha sido la respuesta del público respecto a esas nuevas propuestas?
A veces hablamos del público como si fuese un único espectador, cuando el público se compone de muchos tipos de espectadores diferentes. La selección de ALCINE se suele caracterizar por ser arriesgada, abierta y por intentar reflejar la diversidad y la creatividad de cada momento. Intentar abarcar todo el espectro de tendencias, géneros y búsquedas de estilos propios (que es una característica inherente al corto), no es tarea sencilla, pero buscamos siempre ese difícil equilibrio. Y no se lo ponemos fácil al espectador que no esté abierto a acercarse a esa enorme diversidad. De todos modos, afortunadamente, contamos con un público curioso y con ganas de descubrir nuevos caminos en el corto. Y en cada sesión de los certámenes, hay siempre la suficiente diversidad como para que cada espectador encuentre su corto.
La no presencialidad durante un año ¿ha podido significar un punto de inflexión para los festivales en cuanto a organización?
Sin duda. El año ha movido los cimientos del cine en muchos aspectos y los festivales no hemos sido ajenos a este terremoto en el sector. Creo que sirvió para que muchos festivales tomasen conciencia de que a estas alturas del siglo no se puede vivir al margen o ajenos a la red y que había herramientas y posibilidades que estaban ahí, pero que no habían sido lo suficientemente exploradas. Ahora, en plena resaca poscovid, tenemos que ver los daños y lo aprendido de un periodo tan difícil. En el Foro ALCINE, precisamente, hablaremos largo y tendido de esto en dos jornadas que hemos llamado ¿Y ahora, qué? y en la que participarán festivales, distribuidoras, agencias y asociaciones. No me cabe duda de que algunas cosas han cambiado y no volverán a ser iguales a partir de ahora.
¿Hasta qué punto las plataformas de cine en Internet pueden ser un aliados o competidores para un festival de cortometrajes?
Desde que nació Filmin, hace ya unos años, en ALCINE buscamos colaborar y tener una ventana abierta en la plataforma. Desde el principio entendimos que era una plataforma con la que teníamos mucho en común y con la que podríamos hacer muchas cosas. Para Filmin, una colaboración así le suponía cuidar un aspecto que hasta entonces no tenía la calidad ni los criterios o curaduría que sí había en el resto de la plataforma. Y para ALCINE suponía llegar más lejos, allí donde las limitaciones de la presencialidad no te permiten llegar. Y con una premisa que quisimos dejar clara desde el principio: el festival serviría de intermediario, pero no sería obligatorio para los cortos participar en Filmin y en el tema de derechos y retorno de los pases en la plataforma, ALCINE se quedaría al margen, siendo el reparto, poco o mucho, entre Filmin y los cortos. Que alguien en La Coruña o Tenerife pueda ver parte del Festival era algo a lo que no queríamos renunciar. Esto era algo muy claro para nosotros desde el principio, hace ya muchos años. Con la pandemia, ha habido un boom y de pronto todos los festivales han querido estar en Filmin, la única plataforma convencional que ha estado abierta a colaborar con una gran cantidad y variedad de festivales.
¿Cree que ha sido negativo ese boom?
Después del boom, vino una saturación, y finalmente un cierto agotamiento y desapego por parte del espectador y de la propia plataforma, incapaz de absorber tal cantidad de propuestas. La situación se tiene que estabilizar y cada festival se ha de plantear qué modelo de festival quiere una vez ha terminado o está terminando una situación excepcional. Y los productores y distribuidoras han de replantearse, lo están haciendo de hecho, qué estrategias son mejores para sus cortometrajes. Hay quien lo ve como una oportunidad para una mayor difusión y quien considera que no puede quemar sus cortos con una presencia constante en plataformas. Al mismo tiempo, las plataformas deberán repensar el modelo de festivales dentro de su catálogo. El momento es confuso, pero, como en otras ocasiones, creo que se encontrará un equilibrio.
Hasta ahora el público de los festivales de cortos era principalmente principalmente local o regional. Con la difusión de contenidos en Internet, por ejemplo a través de las plataformas o de las propias redes sociales, ¿los festivales pueden estar dirigiéndose a competir por un público más global?
Sí, de alguna manera. Pero sin olvidarnos de que, salvo festivales grandes, la mayor parte están especializados y van a un público concreto. Serán más globales, aunque hay restricciones geográficas que afectan a los derechos, a lo que hay que sumar las complicaciones idiomáticas, y se tenderá a buscar el espectador al que le interesa una programación muy concreta en cualquier lugar de, al menos de momento, España.
Para la base de datos de cortometrajes de ALCINE, ¿qué tipo de profesionales solicitan el acceso: investigadores, estudiantes, profesionales de la industria del corto?
Es una base de datos abierta y sin restricciones, así que no sabemos exactamente quién la consulta, aunque sí tenemos una idea por estadísticas y comentarios. Hay estudiantes, festivales, cineastas, medios, etc., que acuden a ella. Y estamos en conversaciones con alguna plataforma como Justwatch para aumentar su funcionalidad en el futuro.
En los últimos años muchos cineastas parecen no tomar el corto solo como un punto de salida hacia el largo, sino que vuelven al cortometraje después de triunfar en el cine comercial con largometrajes. ¿A qué puede deberse este cambio?
Hace ya unos años que se notó ese cambio de actitud. Para muchos directores de éxito, como Fesser o Sánchez Arévalo, el corto ha sido fundamental en sus carreras y la libertad que les da el formato, creo que es difícil de conseguir en el cine comercial. Creo que el hecho de que muchos hayan tenido una carrera fructífera en el corto a todos los niveles, ha hecho que poco a poco se hayan ido borrando viejos prejuicios. Entiendo que un o una cineasta tiene la necesidad de rodar, como el pintor de pintar o el escritor de escribir y no tiene por qué limitarse a hacerlo siempre de la misma manera y ateniéndose siempre a unos estándares de duración y finalidad comercial.
ALCINE también ha mostrado una sensibilidad especial por la vertiente educativa. ¿Cree que hay una carencia de enseñanza audiovisual en España?
Sí, es bastante obvio que la ha habido, que la hay y, a pesar de tímidos intentos, la habrá. Nunca se ha tomado el tema lo suficientemente en serio. Estamos acostumbrados a escuchar muchas batallas alrededor de las leyes de educación de cada gobierno, de batallas ideológicas, pero se habla muy poco de los contenidos, de las carencias del sistema educativo. Y el audiovisual parece no contar mucho para unos y para otros.
Desde ALCINE, hemos intentado siempre dedicarle un espacio importante dentro del festival, traer institutos y colegios y mostrarles buenos cortos, fomentar el debate y facilitarles actividades en torno a los cortos para acercarles el lenguaje cinematográfico. Son actividades que congregan a más de siete mil estudiantes cada año. Pero somos conscientes de que es un grano de arena y que es muy difícil suplir desde un festival las carencias que en educación audiovisual tiene el sistema. Además desde Partiendo de cero, unas jornadas que hacemos cada año, facilitamos herramientas, hacemos prácticas y traemos a numerosos profesionales para que aquellos que están dando sus primeros pasos en el cine tengan una formación complementaria práctica. Y este año comenzamos una nueva aventura en este terreno de acercar el corto con fines divulgativos a determinados colectivos. Por vez primera, programamos en el Centro Penitenciario Madrid 2, Alcalá Meco. Corto Prisión, un programa que trata de acercar el corto al centro penitenciario y fomentar el encuentro y el debate entre reclusos, directores/as y el propio festival.