Mario Madueño: “En la industria del corto falta apoyo privado”

Mario Madueño es el presidente de la Asociación de la Industria del Cortometraje (AIC), una asociación que nació hace casi diez años de la mano principalmente de productores y distribuidores de todo el país, y que se ha convertido en una de las más importantes de la industria del corto. En la última edición de Clermont-Ferrand la asociación ha presentado la iniciativa Emergente!, ya con varias ediciones, y que este año, según nos cuenta Mario Madueño, pretende alcanzar un salto cualitativo para darle una dimensión internacional.

AIC nace en 2013. ¿Hasta entonces no había habido ninguna asociación que reuniera las demandas de productores y distribuidores de cortometrajes?

No, hasta entonces no había nada que se le pudiera parecer. Creo que era la PNR la única asociación que estaba en esa época. AIC nació desde Barcelona. Pablo Menéndez, de la distribuidora Marvin&Wayne; el productor Arturo Mendiz y Junajo Giménez Peña, el director de Timecode, lo pusieron en marcha y me llamaron. Arrancamos en ese momento cuando, como ya digo, no había una asociación de distribuidores y productores de las características de AIC.

¿Puede que esta carencia fuera debida a que hasta hacía muy poco no había una verdadera industria del cortometraje?

Creo que una de las razones por las que tal vez el asociacionismo no terminaba de ocupar todos los espacios era debido a la creación de los catálogos autonómicos. Estos son algo muy positivo, pero al mismo tiempo había atomizado a los distribuidores y distribuidores los cuales hacían la guerra cada uno por su cuenta en sus territorios, y no había muchos lugares donde encontrarnos y conocernos.

Internet y las redes también tienen mucho que ver. Ahora es más fácil hacer comunidad. También creo que no había conciencia de clase. Había mentalidad de que el cortometraje era algo que había que cuidar, pero mucha gente pasaba por el corto temporalmente para pegar un salto al largo, no mucho más.

También hay que tener en cuenta que hasta hace unos pocos años no ha habido demasiadas distribuidoras que se dedicaran exclusivamente al corto. Algo que ha cambiado y que ha permitido tomar conciencia de clase y animarnos a juntarnos para luchar por intereses comunes.

¿Cuál diría que son los logros más importantes que ha logrado esta asociación en todos estos años?

Siempre hemos trabajado colaborando con las otras asociaciones, como la PNR y la Coordinadora del Cortometraje Español, en relación con los derechos de productores y directores. Cuando nosotros llegamos, los nominados en los Goya eran solo directores y conseguimos que fueran también los productores. No solo eso, se peleó para que hubiera un proceso de selección de los nominados donde hubiera un filtro de festivales y luego una comisión que ofreciera transparencia y garantía de calidad. También conseguimos que en los Premios Forqué hubiera un premio al mejor Cortometraje. Con otras asociaciones pusimos en marcha Shorts from Spain y Aula Corto. Con las instituciones hemos trabajado en las distintas órdenes ministeriales y para mejorar la cuantía de las ayudas. De hecho, hemos conseguido que estas cuantías se dupliquen en los últimos años. Y, por supuesto, uno de los logros destacados de nuestra asociación es el Certificado de AIC.

Háblenos de ello ¿Cómo nació el Certificado AIC?

Esta iniciativa arrancó por las protestas de todos nuestros socios y también de quienes no lo son, de los modos y de la relación que había con los festivales. Hay que recordar que llegó a haber más de cuatrocientos festivales, un auténtico boom de festivales de cortos. Por ignorancia, por falta de presupuesto o por desinterés cada uno había hecho lo que había podido. Pero teníamos muchos problemas. Festivales que no pagaban premios o festivales que no facilitaban la presencia de los participantes en los festivales, por poner solo un par de ejemplos. Entonces propusimos hacer un sello de calidad que de alguna forma certificase unas buenas prácticas por parte de los festivales.

El problema es que es muy difícil controlar anualmente a más de doscientos festivales. No disponemos de los medios suficientes para ello y ha sido difícil mantenerlo. Por eso llevamos un par de años intentando que el ministerio se involucre en la implantación de ese certificado y que lo asuma como propio. También se lo propusimos a la Academia de Cine. De esta forma, que los festivales que quieran recibir ayuda del ministerio o que vayan a ser calificadores para los Goya que tengan este sello de calidad. Bien es cierto que lo que hace cuatro o cinco años propusimos para el certificado AIC, a día de hoy lo cumplen la mayoría de los festivales. Es decir, en este sentido ha habido una evolución positiva. Pero, insisto, creemos que es importante que el certificado se mantenga vivo para que los festivales se vean obligados a hacer las cosas bien, que no sea a algo opcional.

Centrémonos en otra iniciativa de AIC ¿Cómo nació el proyecto Emergente!?

Emergente! nació hace cinco años en la Semana del Cortometraje de Madrid, en un foro de coproducción, con la intención de fomentar algo que no es siempre habitual en el corto, la coproducción nacional, es decir, encontrar productores que quisieran participar en cortos que ya estuvieran en marcha. Luego decidimos implementar premios. Siempre hacíamos una convocatoria y una selección de la industria que daba un feedback a los seleccionados. Lo que se ha hecho este último año, donde hemos cambiado el formato y hasta el nombre, ahora se llama Emergente!, es hacer dos secciones. Una, la habitual; y por otro lado, para nuevos directores, productores y guionistas que no hubieran empezado el nuevo proyecto y que fueran noveles, que no tuvieran una productora detrás, en ese filo que se pasa del amauterismo a lo profesional. Para nuestra sorpresa, conseguimos una recepción de casi sesenta proyectos. Y además los proyectos eran de mucha calidad.

En 2022 queremos dar un salto. Estamos intentando encontrar apoyos de nuevas entidades, más allá de la Comunidad de Madrid y de EGEDA, para hacerlo internacional. Y de hecho esto se ha presentado este año en Clermont-Ferrand, la búsqueda de talento emergente en español, es decir, no solo de España, sino también de Latinoamérica. En ese sentido, ya se trabaja con festivales del continente americano, para encontrar talentos emergentes y traerles a Madrid a final de año y que puedan presentar sus proyectos y buscar coproducción, financiación y distribución. Al tiempo, esto nos permitirá hacer de puente entre el nuevo talento en español y el resto de la industria europea.

¿En qué medida crees que se ha profesionalizado la industria del corto en los últimos años?

Se ha profesionalizado en el sentido de ser más conscientes del valor de la obra como productores y distribuidores, es decir, dar importancia no solo a la obra terminada, sino al proceso para llevarla a cabo. Por ejemplo, ahora la gente es consciente de que hay que dar a los equipos de alta, que todo el mundo tiene que cobrar, eso no era tan común hace una década.

¿Hay un cambio de mentalidad en las generaciones más jóvenes?

Sí, por supuesto. En la universidad y en las escuelas de cine se ve claro ese cambio de mentalidad. Hoy día quienes estudian, especialmente los de producción, son conscientes de que para hacer un corto hay que hacer una empresa, darse de alta en autónomos, etc. Antes no había conciencia de todo este proceso, no existía una mentalidad profesional, solo creativa. Ahora sí, los más jóvenes tienen mentalidad profesional, el problema es que para redondear la profesionalización se necesita financiación suficiente. Y ahí la ecuación falla. En la industria del corto falta apoyo privado. No solo por la Ley de Mecenazago de la que tanto se ha hablado, y no se sabe si llegará, sino también por parte de las televisiones. Tenemos fantásticos festivales, fantásticos distribuidores, fantásticos productores y fantásticos creadores, pero la profesionalización necesita, insisto, de más financiación, especialmente privada.

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